viernes, 21 de octubre de 2016

Escenas 10. El día que llevé la cámara.

Los días, no sé por qué, pero como si en plaquitas, filtros de ambar;
todos se pintaban.

Acá no existen los tiempos ni las temporadas,
y que como mi tiempo se imaginaban y sobresaltaban
se suspendían en resina.

En este día amarillo, todos me observaban tras dos ventanas,
los lentes de mi cámara.

La niña cándida posaba.

El chico malo posaba.

El torpe juego se atrapaba.

Que por el mismo tiempo se jugaba y allí en ese mismo instante. yo.

Detrás; yo.

Así todos nos regocijábamos.

y yo.

Y allí está.

y tras eso, de nuevo; la nada,

viernes, 29 de julio de 2016

Acá

Hola, tú, que saltas de leída en leída,
yo tambíen vengo de nada a nada.

Acá estamos los dos, tú, leyéndome,
yo, escribiendo.

Acá, déjame contarte, se siente frio,
de ese que me gusta,
de ese que me encantaría que me acompañaran.

No quiero mentir, estar debajo de 3 ó 4 cobijas en el frío tiene su encanto,
el fra frá de las cobijas y mantas al moverse al buscar el frío de estas,
ó mantenerse acurrucado mientras llegan a tu temperatura.

Acá que ni tú ni yo sabemos a donde hemos llegado sin saber que encontrar.

Hey...tú, no quiero que me acompañes, ó no sé, acompáñame.

viernes, 10 de junio de 2016

Y del amor, ¿qué me dices pequeño?

Estaban este par de amigos, pero no un par usual, un humano y un homúnculo, que tras varios experimentos habría podido ser el resultado final y el pináculo de un alquimista sabio y brillante; sin embargo, el mundo del que relatamos no es necesario alquimista ni homúnculo, además, este último ya terminó viviendo y siendo como un humano normal.

Estos amigos habían crecido como hermanos; el homúnculo, como humano común y corriente, que más que comprender, reproducía con destreza los comportamientos de los demás.

Después de beber un poco de alcohol, se sumieron en una larga conversación donde no importaba no quien ganara ni perdiera, uno criticaba, preguntaba, deseaba conocer y el otro se limitaba a responder, no por sí mismo, sino con la respuesta que dejara más cómodo al interlocutor.

Dejando de lado como es que un alquimista es innecesario en cualquier mundo, planeta ó historia, les comparto:

- Y tú, pequeño, ¿qué sabes del amor?, eres un fer enfermizo, ligero, que al intentar atrapar abrazas el ligero instante de contacto con el aire, pero no agarras nada, ni una pista, así, como cuando te cuentan un chiste, no atrapas nada, ni amor ni el humor.

- Cuando dices enfermizo y demás cosas, suena como si no tuviera sentimientos ni emociones, como si estuviera enfermo, sabes bien que me río con normalidad en varias ocasiones.

- Sí, ¿y los chistes qué?, te los masticamos todos y al final no te ríes un poco.

- Eso es por que tu sabes que no me río, pero ellos no se dan cuenta.

- ¡Ajá!, pero esto no se trata de chistes.

- Calma un poco, sé que no es eso... El amor... el amor, ¿no es desear que el otro esté bien, cómodo, contento?

- Ciertamente, y ahora, siendo un poco egoísta?

- Bueno, con respecto el amor de pareja, amistades, y familia, es complejo, tengo entendido, existen varias etapas, y debido al aprecio y comprensión cuando se ve lastimada la otra persona las posiciones de amor pueden cambiar.

- De aprecio, dirás

- Sí, no hay cosa como posición del amor.

- Y bien, entonces, ¿hasta donde se debe?, tiene tal límite

- Amar?, amar hasta el último instante del alma en que se quiebra...

- ¡Anda!, ¿sin corazón y hablas como romántico?

- Oye, sé un poco de eso... - y alzando un poco la voz de manera fingida- ¡y sí tengo corazón !

- Uno poco de eso y de nada, y más de la nada.

viernes, 27 de mayo de 2016

¡Que chiste!

En aquél instante, debo confesar, que había definido que las cosas, la realidad, o el azar, al igual que la forma que habías pasado por mi vida y yo por la tuya;
quedarías en esta fotografía, que permitía ver, como por instantes, siempre tu misma forma, como un insecto atrapado irremediablemente en la resina de un árbol, y que sin importar el ángulo del cual se observase no habría diferencia alguna en lo que se ve, algo así también, como cuando uno se encuentra en una habitación que no ha sido visitada, pero que aún así en esta llega la luz y el polvo, dando la impresión de estar formando una gelatina de estos pequeños corpúsculos fácilmente
revoloteantes, pero suspendidos en el haz de luz.

Una suspensión, un ser comprensible, observable.

No te fui a buscar y me di con palabras, hechos y encuentros con los que ya no pertenecía ni estaba.

Ciertamente seguías dentro de un estado impasible, uno dentro el que no podría afectar, uno dentro del que mis palabras ni mis actos en esta suspensión no resultan.

Lo que había querido y definido, sí, perfectamente observable, pero por lo mismo quedé enajenado.

Si fuese un insecto que perteneciera en la misma resina, solo podría verte en una dirección, y no serías observable ni comprensible, pero al serlo te enajeno.

Era, una resina, una bola de cristal... y esta tiene una superficie, un filtro, una pared,  algo que no se puede atravesar...

Uno, en el cual, de cierta forma marqué como huella en cemento sin secar, como un ojear de hojas a un libro nuevo que lo deja intacto y sin cambios. y creía que solo había desorganizado a mi modo las cosas, para mi comodidad, pero resulté no ser de ni esos espacios, ni esa habitación, ¡que chiste!, creerme que al menos daría respiro a tu vida.

sábado, 16 de abril de 2016

Escenas 9. Sobre el arte; el orden y el silencio en el León.

En más de una ocasión he estado aquí, sentado en estas sillas algo viejas, un profesor en alguna clase comentaba:

- Hacerle una renovación, re-estructuración, al León de Greiff, es una cosa complicada, pues es una caja de música... ¡hasta las sillas son acústicas!

Acá estoy sentado en una de sus sillas acústicas cuyo asiento se recoge si no hay nadie en el puesto, esto es para facilitar la entrada y distribución de personas dentro de la gran cajilla musical de la universidad.

Me acomodo una y otra vez en el puesto hasta encontrar la forma de sentarme sin estar incómodo, la silla chirrea un poco y el mecanismo que recoge al asiento está en mal estado, que si me descuido o me siento mal este podría bajar de más y yo quedar en el suelo. 

"Esta cajilla es hermosa, pero necesita sillas nuevas", pensé. 

Existe un ligero olor a guardado, a madera, pero es algo cómodo y familiar, como ese olor que tiene la habitación de uno, que al quedar completamente cerrada tras irse un fin de semana a pasear, no se congela al tiempo si no que se hace con este olor característico, demostrando que sin la observación de nosotros, las cosas siguen su ritmo propio, independientes, casi indicando en cierta forma su vida propia.

Me hice en el mejor lugar que encontré disponible, en el patio de las butacas, adelante del escenario, en el centro, a una altura parecida a quienes vinieran a presentarse, podría verles de frente, pero ni una pizca de arriba, así estuviesen sentados. A mis lados gente desconocida, mi amigo no está - él me invitó- demora en llegar, por lo que he decidido que si me toca estar solo, disfrutaría bien la presentación sin esperar a que llegase para sentarnos juntos, después de todo acá no vamos a hablar, si no a escuchar, y no hay mejor que el centro para estos evento, la filarmónica interpretaba un par de composiciones y un concierto para violín.

En el escenario sólo habían sillas vacías, una luz fuerte y en el resto de la caja musical, una luz tenue suficiente para que cada quien hallara su puesto. 

Estando la mayoría sentados, se sentía un bullicio suave, tenue, sin ecos, como el ruido constante que hay en el mar, pero a lugar de olas chocando, eran voces y palabras incomprensibles, excepto las de aquellas personas ubicadas cerca de mi, la verdad; probablemente compararlo con el mar sería un error, dado que esta cambiaba generaba subidas y bajadas de voces con mayor irregularidad que la de las olas.

Suena un segundo timbre y empiezan a entrar los músicos junto con sus instrumentos, se sientan, sonríen y charlan un poco entre ellos, se unen a la marea de voces. Los instrumentos parecen perfumar el auditorio, agregando al olor de quietud, tintes de madera algo fresca, vieja, metal, y ropa formal limpiada en una tintorería; los músicos de orquesta siempre son bastante presentables en el escenario, aunque a pesar de percibir este conjunto de olores, jamás he captado un perfume personal; el auditorio queda como un templo con perfume intachable de madera y polvo.

Tercer timbre y como si acabase la lluvia que irrumpe con la calma de un estanque al aire libre, todo empieza a quedarse callado y quieto. el estanque calma sus olas, y empieza a parecerse a un espejo ligeramente imperfecto; el León esta casi en silencio.

Entra el director de la orquesta, hace una reverencia, es aplaudido y al dar la espalda todo queda en silencio.

Empieza la obra.

Alguna vez comentaba con otro amigo, la naturaleza, si bien tiene tendencia al desorden, generaba cosas ordenadas, debido a que el azar de las cosas, a veces por coincidencia genera cosas que desde la perspectiva humana son ordenadas. No quisiera adentrarme en el dilema entre si el universo es desordenado ó no, ó si las leyes que lo modelan en realidad conllevan ó no a un inexplicable e ineludible caos. 

Quiero comentar, qué es el orden para nosotros los humanos.

Qué es desde nuestra perspectiva, organizado.

En aquella ocasión comentábamos, el trabajo, es energía "organizada", pero siendo el universo desordenado era modelar y controlar esta energia para que hiciese algo.

Esto es entonces el orden y organización, para nosotros los humanos. forzar algunas cosas para hacer otras, el silencio, para escuchar la orquesta, la concentración para el compositor, la mirada constante al papel para la interpretación.

Esto es en cierta forma, como comentaba en otra ocasión un profesor, "arte", por gusto, por eso los humanos hacemos las cosas con "arte", con un sentido estético, pues lo que hace es ordenar las cosas, de cierta forma, con alguna idea ó fin, así es como percibí, en ese instante, a qué se refería con el arte, allí en el orden y el silencio en el León. 

lunes, 28 de marzo de 2016

Marzo 14, 2016

Querida, sé que odias este tipo de formalidades, el que te diga “querida” suena muy cliché; siempre has sido como una brisa suave, relajada e informal de una tarde, de esas que refrescan cuando hay mucho sol o de las que acompañan el calor de un cigarrillo ó un café.

Han pasado unos 4 años ó más que no sé de ti y quiero decirte, mis últimos han sido a acompañados por una ambigüedad desconcertante, cielos grises y ambientes calientes, días soleados y un aire helado.

Dirás que he enfermado ó ando en un son de romántico, que me invento el clima en la cabeza; sin embargo, las noches están altas, puras, hermosas y claras, de tal forma que podría decir el color de cada estrella; rojas, azules, blancas, amarillas tiritan y uno que otro satélite andante cuyo color varía aleatoriamente como una lucecita de navidad indecisa.

Ver el cielo, sentir y medir el clima y el tiempo me llevan a lo mismo:

¿Estarás viendo uno parecido al mío?
¿Tus días están acompañados por climas y ambientes indecisos como el mío?

Amiga mía, ¿sabes?, ando divagando, navegando en un pequeño lago de nostalgia. La noche que veo está tan alta y profunda que a veces me hace dudar si pertenecemos al mismo cielo, que cuando la luna es nueva para mí y desaparece del firmamento, tú la estás viendo; que, de alguna forma, estamos en planetas diferente y que fuimos líneas que solo se cruzaron en un único instante.

Así, entonces hoy decidí sumergirme en este lago de nostalgia y añoro, tomé con qué escribir y ponerme en la tarea de hacerte de una carta, esperando obtener una respuesta, que me permita saber de ti, de tus cielos y vida. Que, si es una carta, leer tu cómoda letra, que, si es una llamada, escuchar tu afable y suave voz, me salgas con esos planes de la nada, jalarme de la mano y llevarme a algún lugar a hablar, tu casa, saludar tus familiares a un parque y hablar, espiar un poco de tu perfume cuando por descuido te acercas de más, tararear canciones y dejarme esperando con una moneda en la mano.

Espero que esta carta llame tu atención y me dé una oportunidad para volver a verte y acompañarte en extrañas charlas de elucubraciones sobre a la vida y el mundo, acerca de misterios del universo y las formas despreocupadas de las nubes.

Le extraño.

Pido a quien se encargue del universo por tu bien, y a usted para permitirme saber de vuestra persona.
Hasta pronto, te espera y extraña;


Juan

P.D: Espero algún día me repitas tu nombre.

martes, 15 de marzo de 2016

En el abrazo de las ramas

Como si de golpe  diera vuelta mi suelo,
y si me hubiesen exiliado al cielo,
mi mente concilia la idea,
se posa sobre la frágil imaginación.

Sentado esperando,
sentado descansando;
acostado observando,
acostado tarareando,
me adentro en tales idealización.

Saco la pequeña cajilla metálica,
de botones y tacto,
con torpeza agudizo la vista,
y busco el ojo tercero.
¡Cuidado!

Chck.

Presiono el botón,
en el instante en que por mi mente
caí en el vacío azul de motas blancas supendidas.

Y me ví antes de caer,
en un ligero abrazo de las ramas,
ni suave ni cálido,
pero que me intentó atrapar.


domingo, 13 de marzo de 2016

Winded up; as the reflected ilusion.

Sometimes, the music, at least keep for me those instants, that feel more than my brain can keep, those moment which the context and the feeling keeps great, and the equal and unical way the music feels, that can be repeted an reinterpretaed by others keeps some object of the original feeling.

Now when its a these music done for that moment that keeps like a weird perfect moment, impossible to destroy and that make it more beautiful every time I hear it again, the music keeps it preserved, the moment, just the way it needs to be preserved.

I sometimes i feel like I felt that, but alway the glass breaks;
the ilusion breaks,
the last time it really had it, I lost it.


Now I feel i need it more time, one more time or one more chance...

I need to be winded up.

Into an ilusion that take color, sound, feeling and all, to a new world, a brave new world,

viernes, 4 de marzo de 2016

Sol y luna nueva



- Hoy el cielo está bastante alto, acá los días unos días son fríos, otros son  calientes; hay quien compara el tiempo de esta ciudad con el de Londres, por lo cambiante y las ligeras lluvias. A pesar de esto hay unos días con el cielo alto, aunque no tengamos un llamado invierno. ¿cómo están tus días?

- ...

Siempre que le escribía sobre el clima, el tiempo y el cielo estaba sumergido y perdido en mis pensamientos, en una bruma fuerte, llena del tedio y hastío de la aparente rutina.

- Ah, pero el día anterior, mira que amanecer con fuerza, luego una lluvia y luego nublado todo el día, y en la noche se despeja el cielo como señorita quien va a disfrutar la noche de un viernes con sus amigos.

- ¿oh, como va tu vida?

- Ya sabes, un poco de nada y un poco de poco.

Era un lío que lo que pudiera recordar únicamente era el cielo, se me hace que es más fácil está suspendido allá arriba en  una bruma real.

- Imagínate, lo que me ha pasado, (...)

- Ah... y yo que me he encontrado un árbol de lo más bello le he tomado foto, ¿quieres verlo?

-Anda a abrazar el árbol, al fin y al cabo está más cerca que el cielo, a ver si te aferras más a la tierra con ellos.

...

jueves, 25 de febrero de 2016

El mundo.

Entré a su mundo, colores, contrastes, ligereza y desapego.

Entré a su mundo, preocupación, ansiedad y desasosiego.

En el propio mundo andaba;
andaba y el paisaje cambiaba,
de frutas, a carne, de carne a plantas,
de plantas a sal, a sal a cenizas y de estas a frutas.

Mundo que en su andar lineal
se resquebraja sin permitir devolver,
anda y en su andar ni al abismo mira,
sabe que allí esta,
segura anda en trozos de tierra flotante.

Si me permitiese vivir en tal mundo,
ya en acantilados habría caído,
estaría agarrado de algún árbol,
en alguna grieta habría hecho nido.

Entré a este mundo,
¿realmente lo estoy?,
desde aquí parezco bruma,
neblina que podría confundir,
ó niebla cegadora,
no cae, no ayuda a volar;
que observa y apenas afecta.

viernes, 19 de febrero de 2016

Cielo de hielo

Tú, que estás arriba, te haces blanco, blanca;
retienes a que se te de la gana de admirarte:

El blanco que está,
El azul que se te escapa,
el quebrado irregular
la división exacta.

Una ofensa del azar,
verte tan ordenado,
como la más deseada bebida,
la que he deseado tomar,
bella ironía, dame del saciar,
humecta torpes ojos,
los de andar,
tropieza las secas tierras,
que como espejo ahora parecen estar.

Inútil ironía
en la que deseamos andar.