jueves, 5 de noviembre de 2009

Trovadores

Que cantasen a los grandes y a los que merecen,
desdichados los callados que tienen para dar y no muestran,
a ellos no se les cantará pues no se sabe de ellos.

Destinados a un sube y baja de situaciones, corriendo peligros
implícitos y explícitos. Ahogandose en angustias y llevandoselas
debajo de la almohada.

Sueñan con nubes y se ahogan en el humo de alrededor,
sólo para observar a quienes cantar.

Es entonces que cantará a su atardecer y a los hombres de perfiles altos o brillantes y delgados,
siendo de su brillar solo sus pocas rimas.
Quién le cantará a él, quien le cantará a ellos, o solo el recitar de otras vidas
es el suficiente orgullo propio.

Ah trovadores silenciosos, que morireis en tristeza sin reconocer por ustedes mismos,
sus pequeñas vivencias, cargando la historias en animadas letras,
por quedarse callados, por llegar a ser lo que no son y por lo que lo mismo son,
seguid mirando los ocasos y esperad a irse con uno de ellos,
andar, andar, que esta vez yo los miraré.