viernes, 10 de febrero de 2017

Los pinos y los cactus.

Me quedé viendo la extrañeza de las hojas que veía, eran tan delgadas, tan egoístas, no querían perder nada, de su agua, de su sol, así son estas hojas,  cuya humedad no quieren perder, como espinas, como en los pinos, que sin ser hojas se pintan tan bien de verde desde la base hasta arriba, como un desafío al embellecimiento ó a la perspectiva subjetiva de la naturaleza, como un "aquí sobrevivo yo",  y su mismas semillas, incomestibles, que se arrastran y son pateadas y pisadas en el suelo por los animales.

Me preguntó, qué me había quedado pensado, mentí, no podía decirle que me había quedado anonadado en el egoísmo que incluso en la naturaleza por el contexto se había dado, dije, de manera interesada, que me había quedado pensando en esa persona, como las hojas de estos seres egoístas, que compartíamos los mismos sentimientos egoístas.




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