miércoles, 12 de septiembre de 2012

Del andar de la vida

Cánticos, música andante, juegos de luces brillantes animan mi mirada que curiosa observa el cielo y alrededor, escruta pensamientos, sentimientos y decisiones andantes. ¡Ah!, el ligero tropiezo, el "debo prestar atención".
Claroscuro de brillantes y sombras se juegan a la pelea al día y la noche, que con interés resalta con un sin medir de efectos las ideas y los dibujos.
De la caída de la depresión y el desgarre interno de un sinfín de órganos gigantes que no habitan en el cuerpo y que termina siendo el mismo corazón, este que no sangra cuando está lastimado, por que no sabe que tan profundo lo está y que tal como el pasar del día le importa más el andar que la suerte de él mismo, suerte que es buena, que no deja caer en el propio ego, tal como el cielo, las nubes, el pasar de la obscura noche, del tiempo ajeno, del desnudo del fluir y de lo típico del devenir.
Tras grandes ojos inocuos, que no se vacilan que observan sin ser órganos, que no miden, ni justifican ni pretenden juicio, la influencia y la manifestación del todo de lo que es y no es, allí el fluir de almas, del deseo, de la historia, el registro, la idea, el karma y la paga.

¡ Rebosante en colores con luces, defines tus matices con el caer del agua ambiente que veo!, déjame tropezarme con la idea del vivir, no del juego de vivir, sino del sobrevivir, y que el canto de alegría sea de un deprimido que se golpea con la realidad y el dolor que le hace vivir, revolcarse y dejarse marcado ideas, pensamientos y otra cantidad de lo que es el sobrevivir en su mente y en su vida.

El gozo y regocijo de la emoción, alegría, lo diminuto de cada cosa que disfrutable como el del pequeño animal que calma la sed, el deseo, el instinto, el calor, el sin razón de la razón, el deseo de la idea y del pensamiento vacilante que con su vaivén despierta en lo onírico de los sueños.

Y disculpen los saltos mis lectores, no ha sido más que el rebotar de una pelota, que con ritmo definido golpea el suelo, repica según de donde viene y sin pena demuestra la energia que le fue transmitida y que no pertenece precisamente a ella.

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