- ¡Nani!, mira allí, esos carros parecen ir al cielo.
La joven girando la cabeza dirigía sus ojos a ver el cerro obscurecido al mismo tono del cielo de la noche.
La vía que seguían los automóviles no parecía tener guías, postes de luces, nada, parecían iluminar ciegamente y en orden la hilera a la cual pertenecían, estos mismos automóviles en algún momento entraban dentro de aquél montículo que parecía invisible, que parecía el cielo.
La hilera se movía lentamente, se daba cierta impresión, los automóviles tenían vida propia, una forma de vida independiente a los humanos y parecía que se entregaban a la nada, al vacío o el todo del cielo, del universo, paulatinamente, como un hombre caminando en la playa, descalzo, dando pasos cortos, dirigiéndose al agua, como si no le conociese, como si no supera que esta acabaría con su vida y le devolvería a la orilla donde intentó unirse al mar.
- Sí, parecen ir al cielo - Sonreía-
Un pequeño agujero se hacía en su mejilla derecha al sonreír.
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