Daré una pista. Llovió, y granizó.
No sé si es por la parte donde estoy pero este lugar me da una falsa impresión de planicie, ó debe ser la facilidad para construir en algo plano. También la necesidad.
Tras llover el suelo quedó mojado y cada vez que piso se dispersa un poco la tierra debajo de mis zapatos, suena como un roce entre limas y agua, como en arena dejo una huella donde ando. También mojo un poco mis pantalones que llegan con facilidad a los talones.
La impresión que se da a lo lejos las montañas, llenas de una capa de nubes y neblina junto con esta aparente planicie, es como si en el horizonte se dibujaran prohibidas, condenadas, escondidas ó solo visibles en una ocasión especial como hoy. Pero hoy es un día de lo más normal y no hay montañas prohibidas, condenadas, escondidas ó invisibles.
Así, creo que también considero que lo que pensamos sorprendente a nuestra vista, es natural y a la vez extraño, pero típico; no nos queda más que asombrarnos, quejarnos, sentirnos felices y tras esto, pedir por jamás dejar de sentirse sorprendido, para no nublar estos momentos ni tampoco insensibilizarlos por los mismos.
Así, como el hecho de llegar de manera fugaz y coincidencia me topara contigo, quedaras en mi mente, como cadillo que tras caminar por pasto queda en la ropa y no se suelta hasta que te pones en la tarea ardua de quitarlas todas.
Es claro que no puedo hacer nada con esto, pero quizás si siempre hubiera estado cerca jamás habría pasado, el cadillo jamás se habría adherido a la ropa de alguien que camina por la maleza.
Por que entre plantas no se adhiere el cadillo... ¿no?
Así se a una coincidencia bella y que no se puede hacer nada con esta, no me queda otra que contemplarle con cuidado mientras puedo, por que no quiero dañar el ecosistema.
Finalmente es una bella coincidencia.
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