Querida, sé que odias este tipo de formalidades, el que te
diga “querida” suena muy cliché; siempre has sido como una brisa suave,
relajada e informal de una tarde, de esas que refrescan cuando hay mucho sol o
de las que acompañan el calor de un cigarrillo ó un café.
Han pasado unos 4 años ó más que no sé de ti y quiero decirte, mis
últimos han sido a acompañados por una ambigüedad desconcertante, cielos grises
y ambientes calientes, días soleados y un aire helado.
Dirás que he enfermado ó ando en un son de romántico, que me
invento el clima en la cabeza; sin embargo, las noches están altas, puras,
hermosas y claras, de tal forma que podría decir el color de cada estrella;
rojas, azules, blancas, amarillas tiritan y uno que otro satélite andante cuyo
color varía aleatoriamente como una lucecita de navidad indecisa.
Ver el cielo, sentir y medir el clima y el tiempo me llevan
a lo mismo:
¿Estarás viendo uno parecido al mío?
¿Tus días están acompañados por climas y ambientes indecisos
como el mío?
Amiga mía, ¿sabes?, ando divagando, navegando en un pequeño
lago de nostalgia. La noche que veo está tan alta y profunda que a veces me
hace dudar si pertenecemos al mismo cielo, que cuando la luna es nueva para mí
y desaparece del firmamento, tú la estás viendo; que, de alguna forma, estamos
en planetas diferente y que fuimos líneas que solo se cruzaron en un único
instante.
Así, entonces hoy decidí sumergirme en este lago de
nostalgia y añoro, tomé con qué escribir y ponerme en la tarea de hacerte de
una carta, esperando obtener una respuesta, que me permita saber de ti, de tus
cielos y vida. Que, si es una carta, leer tu cómoda letra, que, si es una
llamada, escuchar tu afable y suave voz, me salgas con esos planes de la nada, jalarme de la mano y llevarme a algún lugar a hablar, tu casa, saludar tus familiares a un parque y hablar, espiar un poco de tu perfume cuando por descuido te acercas de más, tararear canciones y dejarme esperando con una moneda en la mano.
Espero que esta carta llame tu atención y me dé una
oportunidad para volver a verte y acompañarte en extrañas charlas de
elucubraciones sobre a la vida y el mundo, acerca de misterios del universo y
las formas despreocupadas de las nubes.
Le extraño.
Pido a quien se encargue del universo por tu bien, y a usted
para permitirme saber de vuestra persona.
Hasta pronto, te espera y extraña;
Juan
P.D: Espero algún día me repitas tu nombre.