Creo que ya olvidé su rostro,
su voz y el tono, su piel y lo suave que era,
que a la seda y otro trapos envidia daba,
la forma de su cuerpo, su color de piel.
No es que me acordase si me lo contaran;
no es que recuerde lo que viví con ella,
pues son recuerdos como cartas y detalles,
como hojas, letras y frases,
como si las hubiese leído y sepa que fuesen mias.
Pero ni aunque viese su rostro, en una foto me acordara,
y tampoco es que una mujer se fuese a parecer alguna vez,
pues solo es el recuerdo de una ilusión.
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