Sé de este, que cuando le dejan, él deja un cambio a tiempo, digamos, cronometrado, como una bomba de tiempo, en la otra persona.
El se acercó a ella queriendo pulirle y hacerle brillar, pero no sabría que la prueba final era él mismo.
Ella a lo largo de su relación notó que él tampoco era feliz y se le dificultaba, estando con ella, vivir la vida sin preocupaciones.
Tercos los dos, torpes los dos, no sabían como tenderse de la mano tranquilidad ó felicidad, no, corrijo, la calma, necesitaban la calma para dar un leve suspiro y seguir.
Los suspiros se hicieron más grandes, casi al respirar se les escapaba uno y otro, harían una nube todos los días en el cielo.
Él parece tener esta particularidad de dejar una catarsis a alejarse de la otra persona.
Verás, al final de las relaciones, en ese intento de ir, venir, alargar ó cortar lazos, se pone al límite lo que se vive con esa persona.
Luego de que se eliminan los bordes del contacto y la apariencia física quedan las ideas, conceptos y memorias intangibles de la relación.
Allí surge ese cambio.
¡Oh!, pero no siempre resulta para bien, eso es un hecho, pero me han pedido relatar este capítulo, uno del que no sé mucho.
Sé de esta, que cuando le dejan, marcó el silencio de un compromiso en la boca de él.
Ella hesistante a estar a su lado se dejó tomar de poco a poco.
Él no sabía que gracias a ella logró resaltar emociones que debían ser resaltadas, en su mayoría un desagrado por su vida y su situación.
Él quería explorar la pulcritud, el brillo, una idea egoísta y un poco narcisista si me preguntas.
- ¿Ahora qué es de ellos?.
Creo que ni ellos lo saben. Creo que nada. Creo que no me incumbe, creo que ni me importa.